Siego las espigas
que pinchan el alma
Las siego de un golpe
suave
como el soplo
de la hoz
el filo del hielo
o de una palabra
vana
Caen y resuenan
con ecos de cristal
témpanos largos
que me dormitan a ratos
los sonidos y las penas
las sonrisas
y a veces
me ladran como perros
huecos
Sin tantos aullidos
cuesta dormir
porque
el silencio martillea
y repite mi nombre
recordándome quién fui
sin ningún pudor
Me agita los cabellos
enreda mis pestañas
buscando una lágrima
un pero
un quiero
y encuentra
por fin
esa araña sabia
que me anida
y sabe dónde tejer
su tela
hilo a hilo
algodonando sueños
hasta olvidarme