Lavanda en el pelo
ojos de hierbabuena
La sonrisa se desliza en mil aromas
que solo resuenan en tus campos
Oscura
fragante
tierra
donde hundir el rostro
Las raíces buscando otros abismos
Eres
fuego
de amapolas
hirviendo entre los dedos
Me quemas los sueños
con este calor de piel y labio
El humo canta en mis entrañas
meciéndose a nuestro son
Soy
aire
pelo negro
plumas
tentándome la piel
No hay nada más dulce
que el roce de tus golondrinas
Vienen y van
locas
ebrias de cielo
Leyéndome en sus curvas imposibles
Somos
agua
caracolas que danzan
ola tras ola
sin marcar ningún rumbo
salvo el de este mar inmenso
donde nos alejamos
Muérete, arena
Olvida, orilla
Húndete en aquella profunda sima
en la que ya no somos
tú y yo
y sólo recordamos la superficie
cuando las estrellas de mar
nos iluminan
Espejo de otras que desde arriba
con sus hilos de plata
como marionetas
nos elevan