de espigas y arañas

Siego las espigas
que pinchan el alma
Las siego de un golpe
suave
como el soplo
de la hoz
el filo del hielo
o de una palabra
vana

Caen y resuenan
con ecos de cristal
témpanos largos
que me dormitan a ratos
los sonidos y las penas
las sonrisas
y a veces
me ladran como perros
huecos

Sin tantos aullidos
cuesta dormir
porque
el silencio martillea
y repite mi nombre
recordándome quién fui
sin ningún pudor

Me agita los cabellos
enreda mis pestañas
buscando una lágrima
un pero
un quiero
y encuentra
por fin
esa araña sabia
que me anida
y sabe dónde tejer
su tela
hilo a hilo
algodonando sueños
hasta olvidarme

una

Entre tu piel y la mía
flota ingrávido
a sólo dos respiraciones
un pez evanescente

¿Dónde acabo yo
y empiezan ellos?

Me deshago en preguntas
y las respuestas se alargan
en hebras de luz
que nos conectan
Autopistas entre almas
sombras enlazadas
cuerpo a cuerpo
dibujándose
en múltiples bocas
palabras
nombres
huellas dactilares
que son uno y todas la misma

Una sola presencia
espejándose hasta el infinito

Por eso me sumo a tu pena
a sus sueños
a lo que os hace reír
gritar de placer
Mastico nuestra rabia
porque en otro tiempo
será o fue mía

Porque soy tú y ella
y él y todos somos yo
en este baile que nos mece
al mismo son
en un caldo de estrellas
donde el tiempo sólo sirve
si nos hace más limpios
más aquí
donde te toco
y nos sentimos

Música: «Marinha» del álbum «Pianographie» de David Gómez

te escribo

Te escribo

sin conocerte

porque tu voz me llega

desde otro mar

un río

las aceras secas

y el entramado de hojas

que cuelga de aquella ventana

 

Te escribo para cantarte al oído

para alumbrarte las noches

porque se que te escondes

me llamas y olfateas

el aire de mi vuelo

Tengo muchas palabras

para regalarte

Tengo amor

amigo

hermana

Tengo ruinas

ocaso

y estrellas

entre los dedos

Son tuyas

llevan huellas de mi sangre

llevan mis ojos

parte de lo que respiro

de lo que he arrancado

a la luna

de lo que se queda en los labios

detrás de los besos

 

Te escribo para decirte

que tu mundo es el mío

Sé cómo duermes

cómo callas y ríes

Conozco el peso

de tu mano

la fruta que te gusta

el color de tu pelo

Sé lo que eres

y también

lo que no eres

El lugar donde te refugias

el camino de tus lágrimas

y el olor de tus sueños

 

Te conozco

te escribo

te quiero

seas quien seas

por el simple hecho

de que seas

 

de truenos y algas

Una mirada basta

para descubrir mi sonido

Soy un trueno mudo

tapiz de rayos

desgastados

Ya no quemo

sólo me consumo

incandescente

sellando mis bordes

con jugo de cielo

del que se alimentan

los ogros y los dioses

Me he bañado sola

en el puro reflejo de los abetos

sabiendo que en otro momento

podría abrasarlos

solo con la mirada

Pero ya no

ya no quemo

buceo en mis luces

hasta tocar el fondo

allí donde las algas

son

más

azules

y se agarran al vapor

que mana

de lo que soy

de lo que quiero seguir siendo

hasta que

deje de amanecer aquí

Quizá en otro pozo

haya más luz

Nadie dice que no

de verbos y otros desnudos

Vuelvo
sobre mis pasos
para beber un poco de luz

creo
que puedo elegir mi destino
entonces

abro
los ojos
y no hay pasos

pienso
en Machado
en sus caminos sobre la mar

me río
de la espuma
y las estelas

miro
mis pies desnudos
mi piel desnuda
mi pelo desnudo


que no hay
otro modo de andar

imito
a los gorriones
y las manzanas

me dejo
rodar
caer del árbol
sobre la tierra dura

quiero
gritar o amar
besar y sudar
rezar llorar dormir
vomitar
palabras sobre el papel

imagino
que pétalos
pero son solo palabras
cosidas de amor
bañadas en lo que soy

almíbar
que condensa
cada uno de mis días

perfume
de mil pieles
de todo lo que he sido
o pueda ser
Y me acompaña

lo que no sé

Cada vez que cierro los ojos
sueño
Con dragones y loros
seres que Alicia amaría
sin reservas

Sueño con ratas y nubes
pasajeras de mis noches
y muertos que acuden en tropel
a hacerse oír entre las sábanas

De los dragones
aprendí a comer fuego
a deshacer nudos con las garras
a volar sobre los pantanos

De los loros
a vestirme de colores
y a repetir los silencios
mordiendo los barrotes

De las ratas
que todo lo que me alimenta
es bienvenido
Y a moverme entre los túneles
sin miedo

Pero son los muertos
quienes más me enseñan
enredados en mis pies
para no echar a volar
antes de lo previsto

Ahora conozco por fin
cómo suena el corazón
entre dos aguas
-la del sol y la del sueño-
cuando despierto
y me dispongo
a cubrir mi fragilidad
con corazas de papel

Cada verso
me descubre lo que no sé
aquello que busco
y pierdo cada vez
bendito sea
por ocultarse tanto

Y sueño

estrella

Sabiendo lo que soy

me extraño aún

de no quemarme viva

ni a otras pieles

Las piedras y cristales

son más suaves que yo

Pero aún sabiendo

he decidido hacerme agua de luz

entibiar las noches

con nebulosas grises

y apuntilladas

reorganizar mi estela

acunando mi masa de tal modo

que los musgos aniden a sus anchas

y las luciérnagas se apaguen

con mis cantos

No soy sirena

pero cruzo los mares

negros del cielo

abriéndolos en dos para tocar el fondo

y acaricio la plata de la luna

en todas las escamas de los peces

He de decir en fin

que nunca lloro

fulmino las lágrimas a besos

y me deslizo sin miedo entre tus brazos

cuando cierro los ojos

y me sueño

terciopelo

Ese terciopelo

que me acaricia

por dentro

regando todos mis rincones

Ese anclaje a lo denso

lo que palpita

y muere cada día

sin elevar la voz

abriéndose paso por las venas

al galope templado

Ese rojo oscuro

líquido de dioses

donde se escriben

las notas de mis antepasados

y las canciones que entono

a mi manera

como un canto de aves

o murciélagos

ebrios de noche y círculos

Esa gota infinita

que jamás me abandona

y que comparto con los míos

para descubrirme en ellos

espejo de amor y adene cósmico

Cuánta sangre tengo todavía

para ilustrar mis días

y doblegar los años

Cómo se pasan las ojas

del libro que escribo en mi piel.

Cada página un suspiro

Cada punto y aparte un comienzo

Ya no creo en las comas

no enumero

simplifico las aches

me bebo las mayúsculas

Creo solo en el poder de la sangre

que a bocanadas

me regalo

cada día que amanezco

Y agradezco

*Pido excusas a la RAE por beberme la h de este poema y comerme las comas y los puntos

a la luz

Hay modos de elevarse

que solo te mecen y te alejan

de tus verdades, de quienes amas,

de lo que aterra o estremece.

Hay formas de decirnos

te deseo,

o ya no,

evitando el roce tierno

de la carne en la mano o en el labio.

La boca tiene tanto que aprender,

y el alma ya lo sabe,

pero a veces actúa de mordaza,

para impedir que la lengua estalle

en todas las palabras que pienso para nada.

 

Sería tan fácil subir por esa luz que me acompaña

y dejar de acompañarlo todo.

Fácil beber el arco iris de un solo trago

y olvidarme del tacto de tus manos,

el peso de tu cuerpo

o tu voz cuando me llamas.

Entonces recuerdo mi nombre,

de golpe

y descubro la sombra de tus besos.

Al abrigo de esa luz,

de tanta luz

que contemplo de frente,

me alimento,

aprendiendo un poco cada día

a entrecerrar los ojos,

por prudencia.

 

congelada

Hace tiempo, me enamoré del hielo.

Del color sin olor,

del fuego frío,

el alma entumecida

y la piel dura.

Cada noche, me acostaba

en el frío ropaje de la nieve.

Conocí el invierno en mis entrañas,

y escarché mis huesos

con el aroma de los nidos vacíos.

Era yo feliz,

otra,

iluminada por témpanos,

besada por orugas

que daban luz gris a mi piel

sin preguntarme nada.

Dejé de hablar,

porque el vapor del aliento

enturbiaba mi reflejo

en los cristales.

Simplemente callé

y mi otra voz,

oscura, negra,

la voz que me cantaba

cuando caía el sol,

me reveló secretos que brillaban

bajo la tierra.

Prendí fuego a mis ropas,

y desnuda de fuera adentro,

vivo ahora.

Me reconozco

en las esquinas de cada día

y tiemblo.

Pero ya no tengo frío.