un cuento

Un día, el árbol bostezó. Abrió su boca musgosa, y todo el bosque supo que deseaba morir.

Hablaron largo y tendido acerca de cómo ayudarle.

Un mirlo bailó en su rama durante la noche entera. Un gran sacrificio, porque los mirlos jamás se levantan antes de las siete.

Fue inútil. El árbol emitió otro bostezo, inundando el aire de aroma a moho y a libélulas dormidas.

Una liebre excavó en sus raíces y luego, ratones y culebras vertieron en el profundo hueco lágrimas y orín, una ofrenda irresistible. Como respuesta, el árbol dejó caer tres hojas arrugadas, que todos contemplaron con tristeza.

Entonces, después de varios días de viaje, un caracol se asomó al borde de la inmensa boca. Y sin decir nada, se lanzó al vacío.

En ese momento, el árbol abrió los ojos y dijo: he soñado que me tragaba una estrella.

a salvo

Hay momentos entre paréntesis.

Lugares donde existir.

Espacios entre los mundos,

en los que me refugio cada madrugada.

Atisbo desde allí las otras esquinas.

Y suspiro con el sabor

de las lágrimas en la garganta.

No busco seguridad,

ni persigo escondites.

Sólo grietas para contemplar

con otros ojos,

el presente donde habito.

santos

Al principio, no me había fijado. Pero allí estaba, gritando su historia a quien quisiera fijarse. Un cubo de fregona en medio de un portal cualquiera de Madrid. El dueño, había salido a tomar un café. Al volver, fue tan amable de apartar el cubo, para que la foto quedara «bonita de verdad».

El sol, marcando su espacio,

con precisión angular sobre la sombra.

Dentro del mundo, sólo estaba él.

Y esa pausa que decidió tomarse.

La vida entera cabía en un cubo,

donde cada mañana enjuagaba sonrisas retozonas.

Y el polvo del plumero,

le coronaba como a los santos.

dos

Conviérteme, amor, en otra,

una que no te conozca,

una que no te recuerde.

Ámame, amor, como a otra,

pues no se quién soy,

ni de quién.

He olvidado tus labios, tu tacto.

He olvidado tu nombre y el mío.

Ya no quiero ser yo,

para que tus dedos me descubran de nuevo.

Ámame amor, otra vez.

Y recuerda lo que ya no somos,

lo que nunca fuimos.